Fue distinta la forma de morir del mayor Alfredo Bolaños. Tenía 70 años. Vivía con dos perros en su parcela en el resguardo indígena de Puracé, Cauca, que colinda con el departamento del Huila. Criaba vacas y producía leche. En 1994 fue gobernador de ese resguardo y el pasado lunes, con los años justos para irse de muerte natural, fue encontrado por la Guardia Indígena con un tiro de gracia en la frente.
Quince soldados fueron retenidos por la comunidad. En lo corrido del año ya son nueve los indígenas asesinados en Cauca.
Fue distinta la forma de morir del mayor Alfredo Bolaños. Tenía 70 años. Vivía con dos perros en su parcela en el resguardo indígena de Puracé, Cauca, que colinda con el departamento del Huila. Criaba vacas y producía leche. En 1994 fue gobernador de ese resguardo y el pasado lunes, con los años justos para irse de muerte natural, fue encontrado por la Guardia Indígena con un tiro de gracia en la frente.
Cuenta Darío Tote, exgobernador del resguardo de Coconuco, que a eso de las 8:00 de la noche arribaron tropas del Batallón José Hilario López al sitio sagrado “La Piedra del Cóndor”, justo en las estribaciones del volcán Puracé. “Se escucharon tiros y luego ráfagas de fusil. Al ser tan fuerte el tiroteo, después de dos horas la gente se acercó a preguntar. Llegaron a la casa del compañero Alfredo y no lo encontraron. Estaba la puerta abierta y la casa sola. Interrogaron a los soldados que estaban ahí, pero no respondieron nada. Hacia las 10:00, tras una búsqueda intensa por los pastizales, fue encontrado el cadáver”.
Desde esa misma noche la Guardia Indígena procedió a cercar el lugar y retener a 15 soldados, tras responsabilizar al Ejército de haber cometido el homicidio. Según Darío Tote, él murió a manos de la tropa que se movilizaba a esa hora por el lugar. “Ellos reconocen que sí dispararon, pero que no cometieron ningún asesinato. Nosotros ya estamos acostumbrados a esta situación: dicen que no, pero en últimas termina siendo que sí. Es el mismo caso del marido de Aída Quilcué, asesinado en 2008 a manos del Ejército”.
Por su parte, la Vigésima Novena Brigada emitió un comunicado relatando los hechos y justificando por qué dispararon esa noche: “Mientras las tropas del Batallón José Hilario López se desplazaban hacia el corregimiento de Santa Leticia, Puracé, donde se disponían a tomar posición para brindar seguridad a la jornada electoral del próximo 25 de octubre, a su paso por el corregimiento de La Mina se escucharon varios disparos, que presumieron eran en su contra, por lo que los uniformados reaccionaron”.
En dicho comunicado, el Ejército manifestó las condolencias a los familiares y amigos del comunero, y dijeron ser respetuosos de los derechos humanos y el Derecho Internacional Humanitario, razón por la cual expresaron estar dispuestos a colaborar para que las autoridades determinen quién mató a Alfredo Bolaños.
Con la muerte de este comunero de 70 años ya son nueve los indígenas asesinados en lo que va corrido de 2015. Según el Consejo Regional Indígena del Cauca (Cric), dos de ellos a manos del Ejército.
Antes de que mataran a Alfredo, el comunero indígena Enrique Bastidas ¬de 28 años¬ tuvo el mismo final el lunes 23 de junio de este año en el municipio de Inzá, resguardo indígena de San Andrés de Pisimbalá. Ese día se movilizaba en una motocicleta con un parrillero, y al no detenerse ante una señal de pare, “los soldados decidieron disparar dos veces”. “Fue un error militar”, dijo el Ejército y por eso varios uniformados permanecieron retenidos durante horas por la Guardia Indígena.
La muerte del mayor Alfredo tiene indignados a los diez pueblos indígenas del centro de Cauca, a los que pertenece el resguardo de Puracé. Por eso, ayer en la tarde, mientras las autoridades hicieron el levantamiento y la necropsia del cadáver para tener la certeza de lo que sucedió, en la casa del cabildo hubo una asamblea pública para rechazar los hechos y declararse en asamblea permanente.
Nadie sabe por qué lo mataron. Lo único que recuerdan sus amigos, como Darío Tote, es que había denunciado que le estaban robando sus vacas. Pero nadie pensó que a sus 70 años fuera a morir baleado. “Es que en Puracé no hay ni coca, ni marihuana, ni amapola, simplemente naturaleza, porque vivimos de la parte agrícola: leche, trucha, queso, papa y el turismo hacia las entrañas de la laguna del Buey, donde nace el río Cauca. ¿Entiende entonces por qué decimos que las Fuerzas Militares violentaron nuestra cosmovisión pacífica el pasado lunes?”, concluye Tote.
fuente: http://www.elespectador.com/noticias/nacional/mataron-al-taita-bolanos-articulo-593918