La paz es posible, urgente y necesaria

Los obispos del Pacífico colombiano, pertenecientes a las jurisdicciones eclesiásticas de Istmina -Tadó, Quibdó, Guapi, Tumaco, Buenaventura, Apartadó y Cali, manifestamos ante la opinión pública nacional e internacional, nuestra preocupación por la situación actual de la región, y proponemos algunos compromisos que se deben impulsar para alcanzar la paz estable y duradera que anhelan los pobladores de este territorio.

La región Pacífica continúa en un conflicto social profundo. Las necesidades básicas insatisfechas, el alto índice de pobreza económica y la crisis de derechos humanos han sido tradicionales en las zonas urbanas y rurales del Pacífico colombiano. La falta de acceso a la salud, educación, vivienda digna, servicios de saneamiento básico, empleo e incentivos para el desarrollo de los campesinos y sectores populares, han configurado una sociedad civil marginada y empobrecida que clama justicia y pide verse libre de flagelos como el desplazamiento, el confinamiento, la persecución dentro de sus propios territorios, el narcotráfico, la minería ilegal y la extorsión.

Este panorama de sufrimiento se agrava por la presencia constante de los grupos armados que hacen del Pacífico un escenario de guerra, dentro del cual los habitantes son víctimas de los enfrentamientos armados y constantes amenazas frente a su autonomía. En consecuencia, afirmamos que la voluntad de paz de todos los sectores debe ser firme, auténtica y perseverante, y proponemos los siguientes compromisos:

1. Gobierno Nacional

Al Gobierno Nacional la comunidad colombiana le debe reconocer sus esfuerzos por buscar una solución negociada al conflicto armado que vive el país. En estos momentos de dificultad por los que atraviesa la nación debido al incremento de perturbaciones al orden público, el diálogo debe continuar y no se debe ceder ante las presiones que sugieren optar por la vía militar como la única solución al conflicto armado. Es absolutamente importante superar el conflicto armado resolviendo el conflicto social. Por lo tanto, la inversión social debe ser contundente y eficaz, de tal manera que cierre la brecha social que separa a la costa Pacífica de otras regiones del país. Las acciones militares en defensa de los intereses de los ciudadanos, si bien, son legítimas, deben realizarse de tal modo que no afecten la integridad física, psicológica y social de la población civil. En este mismo sentido, hay que recordar que todos los miembros de la fuerza pública deben obrar en concordancia con el Derecho Internacional Humanitario e implementar acciones eficaces que eviten conductas ilegales y corruptas, y que garanticen la sanción de los integrantes que dañan la imagen de la institución.

2. Sociedad civil

La sociedad civil colombiana debe hacer una decidida opción por la paz. Ningún argumento debe justificar la guerra como camino normal para un pueblo. Como afirma el Papa Francisco: "la guerra es la madre de todas las pobrezas". Le corresponde a la sociedad civil colombiana promover el cambio del actual modelo económico del país; modelo extractivista que sustrae las riquezas de los territorios y favorece la concentración de capital en algunas regiones del país, empresas multinacionales y grupos económicos nacionales. Al pensar en la solución al conflicto armado la sociedad colombiana debe solidarizarse con los más pobres.

3. Las FARC

El país recibió con esperanza la decisión de las FARC de entrar en el proceso de diálogo con el Gobierno Nacional. En medio de ciertas resistencias, la opinión pública ha apoyado el proceso de diálogo. Constatamos que el máximo apoyo se dio cuando las FARC declararon el cese unilateral al fuego y propusieron una colaboración efectiva para el desminado en Colombia. Sin embargo, las últimas acciones violentas contra la población civil y que han afectado gravemente el medio ambiente, son un retroceso en su voluntad de paz. Como pastores de la Iglesia, invitamos a las FARC a detener realmente la estrategia de incremento de las acciones violentas y a ser coherentes con el “relanzamiento de los diálogos en la Habana”. Nunca más ataques a la infraestructura vial, energética y de acueductos. No más destrucción de la naturaleza. Todo esto atenta contra la paz.

4. El ELN

Los habitantes del Pacífico colombiano claman para que el ELN inicie cuanto antes el proceso de negociación con el Gobierno Nacional con el objetivo de hacer realidad la voluntad de paz que han manifestado en algunos momentos. Es importante que consideren la posibilidad de presentar sus propuestas desde el ejercicio de la política, y no desde la acción armada. La Iglesia del Pacífico los invita públicamente a tomar esta decisión valiente y necesaria para avanzar en firme hacia el cese del conflicto armado en nuestro país. 5. Iglesia del Pacífico colombiano Las iglesias particulares de la región del Pacífico colombiano nos comprometemos a seguir anunciando al Dios de la vida, Quien “ha venido para que tengamos vida y vida en abundancia” (Jn 10,10).

Seguiremos acompañando nuestras comunidades, trabajando en defensa de las víctimas, en la promoción y defensa de los derechos humanos de los habitantes de esta región del país y en estrecha colaboración con las organizaciones sociales y etnicoterritoriales. Optamos una vez más por la paz, pues somos discípulos y misioneros de Aquel que nos ha dicho: “Bienaventurados los que trabajan por la paz porque serán llamados Hijos de Dios” (Mt 5,9). En medio de la biodiversidad maravillosa de este hermoso y rico territorio, seguiremos cultivando el respeto por el medio ambiente, por esta “Casa común que debemos cuidar con responsabilidad y amor” (Papa Francisco).

Firmado,

+ DARÍO DE JESÚS MONSALVE MEJÍA Arzobispo de Cali

+ HUGO ALBERTO TORRES MARÍN Administrador Apostólico de Apartadó

+ JULIO HERNANDO GARCÍA PELÁEZ Obispo de Istmina – Tadó

+ GUSTAVO GIRÓN HIGUITA Obispo de Tumaco

+ ALBERTO CORREA MARTÍNEZ Vicario Apostólico de Guapi

+ JUAN CARLOS BARRETO BARRETO Obispo de Quibdó

+ HÉCTOR EPALZA QUINTERO Obispo de Buenaventura

16 de julio de 2015

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